lunes, 5 de junio de 2017

David Delfín y el Día del Orgullo




Aprovecho la desgraciada noticia de la muerte de David Delfín para expresar mi personal opinión sobre la celebración del Orgullo, los comentarios que ha suscitado en las redes refuerzan más aún mis ideas.
Creo que uno de los errores más grandes que cometemos, seguramente herencia de las lecturas enfermizas de algunos miembros de todas las religiones, es el interés por los sentimientos de los demás y juzgar si son aceptables o no. Nos convertimos en jueces y verdugos de los pensamientos más profundos de los otros como si tuviéramos algún derecho, es más, lo justificamos, buscamos soluciones, incluso sabemos que medicación o terapia puede redirigirlos al “camino correcto”.
A mí nunca me ha interesado la vida sexual de los demás, no para asignarle un valor o decidir si merece mi amistad, posiblemente sea porque me tocó vivir una época de cambio radical en España, con una pandilla de amigos absolutamente ecléctica, donde se hablaba de todo, se cuestionaba todo, se aceptaba a todos. Claro, eran los ’80, estábamos en el Madrid de la Movida, nos educábamos con la Bola de Cristal y nos ayudábamos unos a otros/as a quitarnos los miedos del periodo gris anterior.
En nuestra pandilla, 15 o 20 adolescentes, nos saludábamos con un beso en los labios, la influencia hippy estaba en el aire, era un periodo lleno de alternativas que llegaban todas juntas, hablábamos de sexo, de drogas, de libros, música, cine y sobre todo conversábamos, masticando cada tema sin miedo.
Comparo con lo que veo y leo ahora, los comentarios dañinos y crueles tras la muerte de Bimba Bosé y David Delfín por ejemplo y me preocupa el retroceso, el extremismo violento y salvaje que nos rodea, hablamos de democracia, libertad, mientras permitimos que se cree un código ético de comportamiento pacato y restrictivo a nuestro alrededor.
Aumentan las muertes por violencia de género, los ataques a homosexuales, el acoso escolar y de rebote los suicidios, pero nadie parece darse cuenta de que todo esto es consecuencia de los errores en la educación, tanto en casa como en colegios e institutos, de tolerar que nos metan miedo, de bajar el nivel con mucho futbol, mucha basura televisiva. Como consecuencia, somos capaces de tolerar el espolio económico del que somos objeto, sin casi protestar y sin embargo ante dos hombres, dos mujeres besándose o incluso una madre dando de mamar a su hijo surge una violencia verbal y física terrible.
No debería ser necesario un Día del Orgullo Gay, pero dadas las circunstancias, posiblemente sea la manifestación más efectiva por las libertades en la que debamos participar, para que no tenga que existir, para que qué, cómo y a quien debo querer no tenga interés para nadie más que los implicados, para aprender a defender y exigir nuestros derechos y sobre todo para sentir algo que parece que hemos perdido, orgullo de ser nosotros mismos.

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