Estoy seguro de que mucha gente verá con extrañeza que se utilicen las redes sociales para contar cosas intimas, como si uno no tuviera amigos con los que sentarse frente a un café.
Yo que lo hago, lo he pensado mucho, evidentemente solo puedo dar mis razones que creo serán las de otros muchos.
Cuando la vida te enfrenta a situaciones graves, tristes, inmensas, tiendes a darles vueltas, a necesitar oirtelas decir, los amigos te escuchan y participan de tu dolor, comprenden que no estas en un buen momento, pero también se cansan, terminan con todas las razones, consejos, incluso lágrimas.
En ese momento recurres a una pantalla, antes lo hacías con el papel, sabiendo que no les pones de nuevo en el difícil trance de repetir las mismas cosas, además te leerán muchas otras personas, que con un icono, una palabra o una imagen te harán sentir bien.
Claro que tengo amigos, las circunstancias han hecho que compruebe lo maravillosos que son, por eso comparto con ellos otros momentos, ya han hecho bastante y se merecen compartir como puedo volver a reír, a hablar de más cosas, a cuidarles yo un poco también.
De las redes sociales, he recibido mensajes que me han ayudado mucho, amigos virtuales que también me ofrecen sus vivencias, haciendo que el dolor al repartirse sea más fácil de llevar.
Y de los que critican siempre me pregunto ¿Si no les gusta por qué me siguen? con lo fácil que es eliminar lo que no te gusta en las redes, pero admito que hay mucha gente que lo que le gusta es dar por saco, que le vamos a hacer.